- Vamos, dormilona, que hace rato que el tren llegó. - le dijo Pau
- Aaaaaaarg, venga, vamos. - dijo Rata intentando recuperar su orgullo a la vez que cogía de un brazo a Pau y tiraba de él hacia la puerta.
- Se te olvida algo... - dijo Pau riéndose, lo que produjo que Rata se enfadase, diese una vuelta sobre sí misma, cogiese la mochila y saliese del tren rápidamente.
Pau la siguió aún riéndose levemente. Al poco salir de la estación, los dos amigos preguntaron cómo llegar a la casa de Víctor a la gente que pasaba por allí. No fue muy difícil guiarse entre aquellas calles. Al poco llegar, Pau adelantó a Rata, quedándose justo entre ella y la puerta y llamando al timbre. De aquella casa salió una mujer, aparentemente la madre de Víctor.
- Buenos días, ¿buscáis a alguien? - dijo la mujer.
- ¿Está Víctor? - dijo Pau.
- Lo siento, se ha ido a un parque de por aquí hace rato - respondió la mujer.
- ¿Nos puede decir cómo llegar? - preguntó rápidamente Rata.
- Claro. - respondió.
Gracias a las indicaciones de la madre de Víctor, Rata y Pau no tardaron mucho en encontrar el parque donde supuestamente estaría Víctor. El parque era uno de estos que tenían árboles por todos lados y cuyo suelo era únicamente césped. Los dos se adentraron en el parque en busca de su amigo, al cual encontraron en un banco, leyendo un cómic.
- ¡Víctor! - gritó alegremente Pau.
- ¡Hola! - dijo sonriente, levantando su cabeza del cómic. - ¿Cómo es que habéis venido?
- Teníamos que hacer un viaje, y decidimos pasar a hacerte una visita, que hace tiempo que no te veíamos. - respondió Pau.
- ¿Un viaje? ¿A dónde? - preguntó Víctor.
- Es una larga historia... - respondió Rata - Es algo difícil de entender.
- Bueno, podemos probar - dijo Víctor - tengo bastante tiempo.
- Pues... - dijo Pau, el cual fue interrumpido por un grito de socorro no muy lejano.
- ¿Qué ha sido eso? - dijo Rata, nerviosa.
- Alguien necesita ayuda - dijo Pau - Vamos, Rata.
- Sí. - respondió Rata
- Esperad, voy con vosotros. - dijo Víctor para sorpresa de los otros dos.
- No, es peligroso, quédate aquí. - respondió Pau.
- Se huele a zombie... - dijo Rata cerrando los ojos.
- ¿Zombie? En ese caso, enserio, Víctor, no te muevas de aquí, intentaremos que no lleguen hasta aquí - respondió Pau.
- Algo tarde has hecho tú los planes. - dijo Rata señalando la horda de zombies que estaba a unos cinco metros de ellos.
Pau se sorprendió y miró serio a Víctor, para que no se moviese del banco, mientras sacaba de la mochila las garras de Rata y sus cuchillas. Tras lanzarle a su amiga sus armas, se armó con las suyas y comenzó a embestir contra los zombies para sorpresa de Víctor. Rata no tardó en seguirle y arrancó a atravesar a sus enemigos con sus plateadas garras.
Ambos se movían con bastante agilidad, pero estaban algo cansados de la última batalla y no podían dar lo mejor de ellos. Cuando se dieron cuenta, estaban pegados a Víctor, casi sin poder retroceder mucho más.
- Mierda, ¿y ahora qué? - dijo Pau.
Rata tan sólo respondió con un gruñido. De pronto una luz cegadora hizo a ambos taparse los ojos hasta que el destello cesó. Cuando volvieron a mirar el campo de batalla improvisado que habían creado en aquel parque, su sorpresa no podía describirse. Al parecer, todos los zombies habían desaparecido, y para más sorpresa aún, Víctor, estaba justo delante de ellos dos, empuñando una preciosa guadaña, que en sus manos giraba bajando la fuerza del destello.
- Esto... ¿Víctor? - dijo Pau, sorprendido.