jueves, 23 de agosto de 2012

Chapter 3

El tren llegó a estación a eso de las nueve de la mañana. Rata se había dormido durante el trayecto, y si no es por Pau, seguramente hubiese vuelto en el tren a Murcia. Pau despertó a Rata con un leve empujón que estampó a Rata con la fría ventilla del tren. Rata se levantó del asiento bruscamente, alerta por si le estaban atacando, y, al ver a Pau, relajó sus brazos y suspiró profundamente a modo de  queja.

- Vamos, dormilona, que hace rato que el tren llegó. - le dijo Pau
- Aaaaaaarg, venga, vamos. - dijo Rata intentando recuperar su orgullo a la vez que cogía de un brazo a Pau y tiraba de él hacia la puerta.
- Se te olvida algo... - dijo Pau riéndose, lo que produjo que Rata se enfadase, diese una vuelta sobre sí misma, cogiese la mochila y saliese del tren rápidamente.

Pau la siguió aún riéndose levemente. Al poco salir de la estación, los dos amigos preguntaron cómo llegar a la casa de Víctor a la gente que pasaba por allí. No fue muy difícil guiarse entre aquellas calles. Al poco llegar, Pau adelantó a Rata, quedándose justo entre ella y la puerta y llamando al timbre. De aquella casa salió una mujer, aparentemente la madre de Víctor.

- Buenos días, ¿buscáis a alguien? - dijo la mujer.
- ¿Está Víctor? - dijo Pau.
- Lo siento, se ha ido a un parque de por aquí hace rato - respondió la mujer.
- ¿Nos puede decir cómo llegar? - preguntó rápidamente Rata.
- Claro. - respondió.

Gracias a las indicaciones de la madre de Víctor, Rata y Pau no tardaron mucho en encontrar el parque donde supuestamente estaría Víctor. El parque era uno de estos que tenían árboles por todos lados y cuyo suelo era únicamente césped. Los dos se adentraron en el parque en busca de su amigo, al cual encontraron en un banco, leyendo un cómic.

- ¡Víctor! - gritó alegremente Pau.
- ¡Hola! - dijo sonriente, levantando su cabeza del cómic. - ¿Cómo es que habéis venido?
- Teníamos que hacer un viaje, y decidimos pasar a hacerte una visita, que hace tiempo que no te veíamos. - respondió Pau.
- ¿Un viaje? ¿A dónde? - preguntó Víctor.
- Es una larga historia... - respondió Rata - Es algo difícil de entender.
- Bueno, podemos probar - dijo Víctor - tengo bastante tiempo.
- Pues... - dijo Pau, el cual fue interrumpido por un grito de socorro no muy lejano.
- ¿Qué ha sido eso? - dijo Rata, nerviosa.
- Alguien necesita ayuda - dijo Pau - Vamos, Rata.
- Sí. - respondió Rata
- Esperad, voy con vosotros. - dijo Víctor para sorpresa de los otros dos.
- No, es peligroso, quédate aquí. - respondió Pau.
- Se huele a zombie... - dijo Rata cerrando los ojos.
- ¿Zombie? En ese caso, enserio, Víctor, no te muevas de aquí, intentaremos que no lleguen hasta aquí - respondió Pau.
- Algo tarde has hecho tú los planes. - dijo Rata señalando la horda de zombies que estaba a unos cinco metros de ellos.

Pau se sorprendió y miró serio a Víctor, para que no se moviese del banco, mientras sacaba de la mochila las garras de Rata y sus cuchillas. Tras lanzarle a su amiga sus armas, se armó con las suyas y comenzó a embestir contra los zombies para sorpresa de Víctor. Rata no tardó en seguirle y arrancó a atravesar a sus enemigos con sus plateadas garras.

Ambos se movían con bastante agilidad, pero estaban algo cansados de la última batalla y no podían dar lo mejor de ellos. Cuando se dieron cuenta, estaban pegados a Víctor, casi sin poder retroceder mucho más. 

- Mierda, ¿y ahora qué? - dijo Pau.

Rata tan sólo respondió con un gruñido. De pronto una luz cegadora hizo a ambos taparse los ojos hasta que el destello cesó. Cuando volvieron a mirar el campo de batalla improvisado que habían creado en aquel parque, su sorpresa no podía describirse. Al parecer, todos los zombies habían desaparecido, y para más sorpresa aún, Víctor, estaba justo delante de ellos dos, empuñando una preciosa guadaña, que en sus manos giraba bajando la fuerza del destello.

- Esto... ¿Víctor? - dijo Pau, sorprendido.

lunes, 20 de agosto de 2012

Chapter 2

Los asientos del tren estaban algo vacíos puesto que era un viaje nocturno el que Pau y Rata iban a realizar, a si que Rata pudo pillar uno al lado de la ventanilla. Nada más sentarse ambos, Pau sacó sus cascos de su mochila y, conectándolos a su móvil, empezó a escuchar música. Rata, sin embargo, se quedó mirando por la ventana, absorta en sus pensamientos, sintiendo, que dentro de poco iba a pasar algo malo, y que ella tendría que actuar otra vez.

Sharon, la pequeña rata, se despertó al oír el ruido del tren, salió de la mochila de Pau, y trepó hasta el hombro de Rata, donde se acurrucó junto a su cuello. Rata apenas se inmutó ante la presencia de su pequeña mascota, siguió observando la preciosa luna llena que resplandecía en el cielo, sintiendo, que en alguna parte del mundo, alguien que sería importante para ella la observaba todas las noches, esperando algo, que apenas lograba conseguir.

De pronto, las luces del tren se apagaron, y unos segundos después, se escuchó un fuerte estruendo y unos gemidos terroríficos cercanos a las ventanas próximas a Rata, la cual emitió un leve gruñido y registró rápidamente el macuto que la acompañaba en busca de sus garras, se las puso y le lanzó a Pau sus cuchillas para que se las equipase también.

Tras esto, Pau embistió contra una de las ventanas, rebentándola y dándo paso a él mismo y a Rata. Los dos amigos se apresuraron contra los zombies que le cortaban el paso al tren, creando leves destellos en la noche con sus respectivas armas metálicas. Rata, utilizando como solía hacer siempre su camuflaje, se escondía entre las sombras y atravesaba sin temor los cuerpos de sus numerosos enemigos. Por el otro lado, Pau embestía a toda velocidad con las cuchillas que decoraban sus brazos desgarrando a los zombies que se le acercaban.

Los dos amigos poseían la capacidad de ver en la oscuridad, y sus golpes eran cada vez más certeros. Afortunadamente, los pasajeros del tren no lograron ver zombie alguno, pues la oscuridad hacía bien su trabajo y la luna sólo dejaba notar las armas de los dos jóvenes, que en muy poco tiempo habían acabado con toda aquella invasión.

Tras recuperar el aliento, ambos amigos volvieron a entrar al tren por donde habían salido, regresando a sus puestos, con la mayor tranquilidad y normalidad posible.

Al poco tiempo, la luz volvió a alumbrar el interior de los vagones y el tren recuperó su marcha, hacia Valencia, donde los dos amigos se encontrarían con Víctor, que les echaba ya de menos.

viernes, 17 de agosto de 2012

Chapter 1

La tenue luz iluminaba suavemente el rostro de la chica-rata, la cual regresaba a su forma humana a la velocidad del agua que se paseaba por las cloacas portando sobre sí deshechos de la gente. Sharon, su pequeña mascota, inspeccionaba el cadáver que había dejado su dueña, olisqueándolo levemente, aún con algo de miedo a él.

Rata extrajo sus garras del cadáver poco después de tornar su aspecto a humano. A ella le encantaba pegar zarpazos a los zombies que veía, aunque claro, con el sigilo que la caracterizaba. Mientras ésta observaba los restos de su víctima, Sharon, la pequeña rata que la acompañaba siempre, trepó por su pierna hasta llegar a su hombro, donde acarició con sus finitos bigotes la mejilla de Rata, que la observaba con ojos cariñosos.

La joven chica se levantó y comenzó a caminar hacia las escaleras que la sacarían de aquellas cloacas. Cuando llegó a las escaleras, empujó levemente a Sharon para que se metiera en el bolsillo de la chaqueta, y la pequeña rata le obedeció como el que obedece a un sargento. Rata comenzó a subir por las escaleras, y, cuando llegó arriba, apartó la trampilla y accedió al cuartel general de su "banda" que hasta ahora tan sólo tenía dos miembros, ella y Pau.

Al poco asomar la cabeza, Sharon salió de su bolsillo y corrió a la mesa donde estaba Pau con su portátil buscando, como siempre, alguna información útil.

- Hombre, ya era hora de que llegases. - dijo Pau girándose levemente para mirar a Rata.
- ¡Claro! ¡Eso es fácil decirlo! ¡Ese maldito zombie era duro de roer! ¡Ya podías haber venido! ¡Pedazo de vago! - dijo Rata bastante enfadada.
- Venga, mujer, no te pongas así, mira qué he encontrado. - dijo Pau volviéndose hacia la pantalla del ordenador.
- ¿Qué tienes? 
- Al parecer hay dos Elenium más.
- Claro dos y doscientos, sé cuántos hay hijo mío. - respondió Rata.
- Me refiero a que he encontrado a dos.
- ¿DÓNDE? ¿CUÁNDO? - dijo Rata precipitándose rápidamente hacia la mesa a observar más de cerca la pantalla y provocándole una leve risa a Pau.
- Al parecer viven en una pequeña aldea en Noruega, al estilo... "vikingo" - dijo Pau con cara sorprendida.
- ¡ALA  CÓMO MOLA! - gritó Rata.
- ¿Enserio?
- No... en realidad me resbala - rió.

Rata se alejó un poco de la mesa y Pau intuyó que era hora de viajar en busca de aquellos nuevos elenium. Apagó su portatil, cogió su mochila, en la que Sharon se había metido minutos antes y corrió junto a Rata.

- ¿Valencia?
- Sí... creo que podríamos pasar por Valencia... - respondió Rata.
- ¡Pasemos a ver a Víctor!
- ¡Ostias es verdad! ¡Víctor! Bueno... si te hace ilusión pasamos a verle... - respondió Rata, sabiendo que Pau estaba desando verle.

Pau hizo un gesto de entusiasmo y a partir de entonces, comenzó a andar más alegre y rápidamente. Los dos muchachos, caminaron y caminaron hasta llegar a la parada del metro, donde cogieron un tícket hacia Valencia.