lunes, 20 de agosto de 2012

Chapter 2

Los asientos del tren estaban algo vacíos puesto que era un viaje nocturno el que Pau y Rata iban a realizar, a si que Rata pudo pillar uno al lado de la ventanilla. Nada más sentarse ambos, Pau sacó sus cascos de su mochila y, conectándolos a su móvil, empezó a escuchar música. Rata, sin embargo, se quedó mirando por la ventana, absorta en sus pensamientos, sintiendo, que dentro de poco iba a pasar algo malo, y que ella tendría que actuar otra vez.

Sharon, la pequeña rata, se despertó al oír el ruido del tren, salió de la mochila de Pau, y trepó hasta el hombro de Rata, donde se acurrucó junto a su cuello. Rata apenas se inmutó ante la presencia de su pequeña mascota, siguió observando la preciosa luna llena que resplandecía en el cielo, sintiendo, que en alguna parte del mundo, alguien que sería importante para ella la observaba todas las noches, esperando algo, que apenas lograba conseguir.

De pronto, las luces del tren se apagaron, y unos segundos después, se escuchó un fuerte estruendo y unos gemidos terroríficos cercanos a las ventanas próximas a Rata, la cual emitió un leve gruñido y registró rápidamente el macuto que la acompañaba en busca de sus garras, se las puso y le lanzó a Pau sus cuchillas para que se las equipase también.

Tras esto, Pau embistió contra una de las ventanas, rebentándola y dándo paso a él mismo y a Rata. Los dos amigos se apresuraron contra los zombies que le cortaban el paso al tren, creando leves destellos en la noche con sus respectivas armas metálicas. Rata, utilizando como solía hacer siempre su camuflaje, se escondía entre las sombras y atravesaba sin temor los cuerpos de sus numerosos enemigos. Por el otro lado, Pau embestía a toda velocidad con las cuchillas que decoraban sus brazos desgarrando a los zombies que se le acercaban.

Los dos amigos poseían la capacidad de ver en la oscuridad, y sus golpes eran cada vez más certeros. Afortunadamente, los pasajeros del tren no lograron ver zombie alguno, pues la oscuridad hacía bien su trabajo y la luna sólo dejaba notar las armas de los dos jóvenes, que en muy poco tiempo habían acabado con toda aquella invasión.

Tras recuperar el aliento, ambos amigos volvieron a entrar al tren por donde habían salido, regresando a sus puestos, con la mayor tranquilidad y normalidad posible.

Al poco tiempo, la luz volvió a alumbrar el interior de los vagones y el tren recuperó su marcha, hacia Valencia, donde los dos amigos se encontrarían con Víctor, que les echaba ya de menos.

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